viernes, 13 de diciembre de 2013

Todos estamos solos*

Under the dome”, sobre una novela de Stephen King y con producción del escritor junto a Steven Spielberg, despunta como el nuevo fenómeno de las series.

*Esta nota fue publicada en REVISTA Ñ el 7 de diciembre de 2013.

Hay muchísimos motivos para ver Under the dome, la serie basada en la novela de Stephen King que el mismo escritor decidió llevar a la televisión como productor junto a Steven Spielberg y Brian K. Vaughan (Rey Midas detrás de Lost). Y esos son al menos cuatro motivos en estas primeras líneas, pero hay más. Desde noviembre el canal de cable TNT comenzó a trasmitir la serie sin cortes comerciales para Latinoamérica y se pueden ver, así de fácil y semana a semana, los 13 capítulos de la primera temporada (motivo cinco) sin temor a quedarse ansioso por saber más porque ya confirmaron la segunda para el año que viene. 
La premisa es simple y por eso aterradora: Chester’s Mil, un pueblo perdido en el medio de la nada (la nada norteamericana, valga aclarar) queda atrapado debajo una cúpula misteriosa. Así nomás, cae un día sin previo aviso y ya nadie puede salir. Entonces, igual que la vaca y la persona que estaban desafortunadamente en esta nueva frontera, todo es atravesado, cercenado, partido al medio. Y esta comunidad aislada del mundo exterior pasa a ser un caldo de cultivo de conflictos de todo tipo: la potencial falta de agua, comida o electricidad, pero también políticos, personales y, ya que está King de por medio, de orden sobrenatural. Este podría ser considerado el motivo seis, aunque la cosa no se queda ahí, va por más. 
Están los que pensaron que la premisa era la misma que la de la película de Los Simpson , pero King ya había puesto los puntos sobre las íes cuando publicó el libro hace cuatro años. El escritor de Maine aclaró que su idea era anterior y venía de un primer intento de 1978 que no terminó y ya se llamaba Under the dome, idea que en los 90 reacondicionó como el relato Los caníbales. Ese mismo germen, personas atrapadas en un entorno cada vez más letal, finalmente se publicó como novela, reformulada desde cero, en 2009. 
A esta discusión, ahora potencialmente más masiva a partir de una serie de 14 millones y medio de espectadores televisivos, King la cortó de cuajo con su hermosamente macabro sentido del humor. La cuenta pendiente con Matt Groenning la salda rápido, en el capítulo tres, cuando uno de los personajes secundarios de Under the dome descubre, jocoso: “ The Simpsons Movie, ellos vieron la cúpula venir”. Y con esa simple gracia ya se podría tildar el motivo siete de por qué la serie vale la pena. Porque desde ese momento ya no importa si el autor es el rockstar más hitero de la narrativa actual (motivo ocho), la historia es como el reloj de una bomba de tiempo a punto de explotar. Y ese es el motivo nueve. 
Otro acierto, motivo diez, es el cast impecable de actores de segunda línea lejanamente conocidos de vista por sus papeles no protagónicos en otros proyectos exitosos como Mike Vogel (Blue Valentine), Britt Robertson (Scream 4) y Dean Norris (Breaking Bad). Como cereza, es más que un motivo once ver a Samantha Mathis (directo desde la década del 90) como madre de una adolescente y a Mare Winningham (reina ochentera de las películas para televisión) como mala. 
Stephen King es un gran autor que juega con las capas de sus historias y siempre cuenta, de un modo entretenido y accesible, mucho más que lo aparente. El terror es el sentimiento primitivo que mueve al capitalismo y sobre eso habla el escritor, a lo largo de su obra y en esta distopía que es también una suerte de western fantástico y un retrato descarnado de las sociedades norteamericanas. Por eso en este pueblo chico de infierno grande la policía es corrupta o tonta y la iglesia delirante o perversa y así, el autor sigue haciendo su gran crítica. “Los dos sabemos lo que realmente eres”, le dice el protagonista rubio y carilindo al villano más malvado posible, que pregunta: “¿Un criminal?”. La respuesta del héroe es: “Peor, un político”. Y así se llega a la docena de motivos para verla. 
A partir de trece se puede dejar de enumerar, porque la cantidad ya no es individualizable para la mente, y se pasa a decir “muchísimos”, como sucede en el inicio de esta nota. En esta infinidad de motivos para ver Under the dome, es un buen cierre destacar uno de índole existencial. “Nadie de afuera puede ayudarnos”, dice uno de los personajes y esa declaración es el corazón del asunto de la historia que a primera vista plantea una trama que entremezcla intriga, misterio y un poco ciencia ficción, pero que está hablando del ser humano y una de sus angustias más antiguas: el momento en el que se toma conciencia de que todos estamos solos, que cada uno es responsable de su destino y que ningún otro va a resolver nuestros problemas.

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