martes, 9 de octubre de 2012

Para los que extrañamos al Flaco: Homenaje en la Biblioteca Nacional

Esta nota fue publicada en la revista El Guardián en octubre de 2012

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A Luis Alberto Spinetta le gustaba tocar gratis, al aire libre, y lo hacía bastante seguido. Era un regalo especial para su inmenso jardín de gente. En el Rosedal, en la Facultad de Ciencias Exactas, en Parque Chacabuco, en la Plaza Moreno de La Plata y en donde hubiera un cielo dispuesto a albergar a su público. Ahí fue el Flaco con su guitarra, su música, su filosofía y esa voz angulosa repleta de melodía. De Exactas queda registro en el disco en vivo de 1990 y de la experiencia mística de Parque Chacabuco, en 1996, está el recuerdo en más de 50 mil almas que fueron a ver ese tren. Hacía un tiempo que Spinetta no aparecía y la gente tenía un mono tremendo. “Esta noche toca el flaco”, se comentaban unos a otros y el boca a boca desesperado atravesó Buenos Aires con más rapidez que una nave espacial.
Ahí estuvo el bello marciano que hacía tanto no le regalaba su presencia a la Humanidad. Con su pelo rubio, tan moderno como un walkman, rockeó toda la noche junto a Los Socios del Desierto. Así fue que descendió a la Tierra un furioso y poético ser galáctico con su guitarra roja que apuntó al cielo para empezar el trance hipnótico con “Como el viento voy a ver”, ese viejo y poderoso blues de Pescado Rabioso.
¿Cómo se hace para no querer siempre un poco más de eso? Spinetta fue mucho más que un cantante, guitarrista, poeta y compositor argentino de rock. Era un artista, un amigo, un familiar. Cuando murió este verano, el miércoles 8 de febrero, todos nos quedamos un poco huérfanos. “Spinetta toca gratis esta noche” era un mantra, una fiesta que siempre, cada tanto, iba a pasar. Era un amor de primavera, un clásico urbano. ¿Y ahora? Ya es tiempo, los árboles están expidiendo sus frutos, el clima es propicio y la ciudad tiene marcado en su ADN la necesidad de un encuentro con el Flaco.
No es lo mismo, por supuesto, pero es lo que hay y como nada puede detener el abismo de su ausencia, esta opción es la que al público le va a alcanzar. La Biblioteca Nacional anfitriona y es el marco de la muestra y homenaje curada por el íntimo amigo del músico, el fotógrafo Eduardo “Dylan” Martí, en donde desde el miércoles 10 y hasta el 12 de diciembre los que lo extrañan podrán sumergirse en el universo spinettiano una vez más, porque anda dando vueltas.
“Los libros de la buena memoria” es el título de uno de los temas del disco El jardín de los presentes (1976), el tercer álbum de Invisible. Ahora también es el nombre de la muestra que incluye todo tipo de memorabilia, conciertos, charlas y proyecciones. Material inédito, clásicos de clásicos y la intención de homenajear el universo creativo del Flaco.
Podría ser un modo de volverlo a encontrar. “Recorrer la vida y obra de este ser humano único representa un reconocimiento póstumo a quien tanto ha aportado al imaginario popular”, dijo Martí y explicó que prefiere no adelantar mucho para que la exhibición hable por sí misma. A través de un meticuloso trabajo de investigación y con la participación de la familia, amigos y allegados de Spinetta, el curador asegura que lo que van a mostrar es una obra colectiva llevada adelante con el fin de recordar con alegría a este artista irrepetible.
Juan Carlos “Mono” Fontana fue parte de Spinetta Jade y también un socio del desierto. El tecladista Claudio Cardone acompañó al Flaco en casi todas sus formaciones desde 1990. En los tres conciertos que darán en la Biblioteca Nacional van a hacer temas de su amigo, pero sólo de modo instrumental. Es como guardar el lugar en la mesa familiar para el que se fue, dicen que es una forma de manifestar su ausencia.
Durante dos meses de cromo los visitantes podrán sumergirse una y otra vez en el mundo del Flaco. Según Martí, la muestra refleja el espíritu poético de Spinetta y abarca las distintas etapas de su vida y obra: “Su infancia, las primeras aproximaciones al mundo de la música y todo lo que desarrolló posteriormente”. El público va a poder ver los objetos que lo acompañaban, sus adorados libros y amados discos, esos que no sólo leía y escuchaba sino que recomendaba, instigaba a consumir.
Luisito, de corazón generoso y noble, alguien que hacía su arte para los árboles y amasaba sus discos como pan, fue una gran influencia para más de una generación. Gracias a él muchos leyeron a Artaud y otros tantos abrieron su mente a la poesía y el público en general aprendió a esperar algo más de la música. Padres, hijos, hermanos, sobrinos y hasta nietos entienden hoy que una canción puede ser un viaje sideral.
Parte de la historia del rock nacional y parte del aire, van a estar expuestos viejos volantes, manuscritos de poemas y canciones y habrá música constante. Las huellas, los retazos que quedan como testimonio de su paso luminoso por la vida de todos los que no paniquean por su ausencia, sino que simplemente lo extrañan.
Como si lo hubiera sabido, Luis el prolijo y prolífico se despidió en 2009 del público del modo más monumental posible. Nadie nunca podría haber soñado algo así, porque la idea de un recital de cinco horas y media en donde toquen todas las bandas de Spinetta podría parecer uno de esos deseos imposibles que se piden por capricho. Pero el Flaco comandaba una nave de sueños hermosos y siempre la llevaba a buen puerto. Era verano, terminaba 2009 y 40 mil personas fueron al estadio de Vélez Sarsfield a festejar los 40 años de trayectoria del Flaco. Spinetta y las Bandas Eternas fue declarado el recital de la década y el título le queda corto. Estaban todos, y lo más maravilloso es que estaban contentos. Cada persona congregada ahí sonreía. El anfitrión, por supuesto. El público, definitivamente. Y también cada invitado.
Con su magia intacta, esa noche interminable el Flaco comandó una fiesta junto a una legión de músicos amigos. ¿Quién hubiera creído que era posible ver a Almendra en el siglo XXI? Y sin embargo, ahí estaban los muchachos ojos de papel. Pescado Rabioso, Invisible, Spinetta Jade, Los Socios del Desierto y todas las míticas formaciones que lideró a lo largo de su historia, que es también la del rock nacional.
Sin egos, todos congregados para celebrar, pasaron por los escenarios David Lebón, Pomo, Machi Rufino, Rodolfo García, Emilio del Güercio, Edelmiro Molinari, Mono Fontana, Javier Malosetti, Bocón Frascino, Black Amaya y Marcelo Torres. Además, compañeros de ruta como Charly García, Fito Páez, Juanse, Gustavo Cerati y Ricardo Mollo. Nadie, ninguno dudó un segundo en formar parte y ser los gloriosos segundos de este grande.
Dos años después, también en diciembre pero de 2011, Spinetta les pidió a todos que “no paniqueen”. En su página todavía figura aquel último mensaje, en el que explicaba lo inexplicable con su amorosa paciencia y luminosidad. Fue la prensa bastarda la que lo amarilleó en unas fotos ingratas y se corrió el rumor de su enfermedad. Así que él calmó a los que se preocupaban.
Dijo: “Mi nombre es Luis Alberto Spinetta. Tengo 61 años y soy músico. Desde el mes de julio sé que tengo cáncer de pulmón. (…) Ante el aluvión de información inexacta, quiero aclarar públicamente las condiciones de mi estado de salud. Me encuentro muy bien, en pleno tratamiento hacia una curación definitiva. Quiero agradecer a todos por la buena onda que he recibido, y pedirles que no paniqueen, y no tomen en cuenta las noticias que han generado los buitres de turno. No tengo ninguna red social, ni Twitter, ni Facebook, etc, por lo tanto todo lo que lean al respecto es falso. Pertenezco a Conduciendo a Conciencia, y les recuerdo que ahora en las fiestas, si van a conducir no deben beber. Gracias. Los quiero mucho. Felices Fiestas. Luis”.

La muestra Spinetta. Los libros de la buena memoria y todas las actividades son de entrada libre y gratuita en la Biblioteca Nacional, que queda en Agüero 2502. Más información en www.bn.gov.ar

Actividades
–Miércoles 10 de octubre a las 19 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Apertura de la exposición a cargo de Eduardo Martí y Horacio González. .Concierto de Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana.
–Viernes 12 de octubre a las 18 en el Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua: Proyección del documental Spinetta, el video de Pablo Perel y la proyección de videos inéditos. La actividad se repite los viernes 2 y 30 de noviembre a las 18.
–Martes 16 de octubre a las 19 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Proyección del cortometraje Balada para un kaiser carabela, de Fernando Spiner, del making of de la película, realizado por Daniel Roiz, y de los videoclips dirigidos por Eduardo Martí. Una charla a cargo de los tres directores.
–Miércoles 17 de octubre a las 14 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Proyección del recital Spinetta y las Bandas Eternas. La actividad se repite los viernes 26 de octubre, 9 y 23 de noviembre a las 11.
–Viernes 19 de octubre a las 18 en el Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua: Proyección del documental Pescado rabioso, una utopía incurable de Lidia Milani y videos inéditos. La actividad se repite los viernes 9 y 23 de noviembre a las 18.
–Viernes 26 de octubre a las 18 en el Auditorio David Viñas del Museo del libro y de la lengua: Proyección de videos inéditos. La actividad se repite el viernes 16 de noviembre a las 18.
–Sábado 10 de noviembre a las 17 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Charla entre Rodolfo García, baterista de Almendra, y el periodista Juan Carlos Diez, autor del libro Martropía, conversaciones con Spinetta. Después, un concierto de Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana.
–Martes 13 de noviembre a las 19 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Charla entre varios guitarristas de las distintas bandas y etapas solistas de Spinetta coordinada por Ricardo Mollo.
–Miércoles 12 de diciembre a las 19 en el Auditorio Jorge Luis Borges: Cierre de la exposición y un concierto de Claudio Cardone y Juan Carlos “Mono” Fontana.

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Los versos de un libro que es objeto de culto 
Guitarra Negra es el libro de poemas de Luis Alberto Spinetta, editado en principio en 1978 por Ediciones Tres Tiempos. En 1984 la editorial cerró y el libro no se consiguió más hasta 1995, cuando fue reeditado, y en estos días va por su quinta edición.
Hoy, como ayer, el poemario tiene una tapa negra con letras rojas y una foto de Spinetta de cabeza. Son 71 poemas divididos en siete partes con un apartado final titulado “escorias diferenciales del alma de la letra de la poética”. Además, hay numerosas versiones online que circulan libres por la web.
El Flaco comenzó su libro con una advertencia: “Como nadie tiene conciencia del ‘control’ de los manuscritos y, aun de existir dicha conciencia, ésta no intervendría en mi obra, sino como referencia simbólica a la licitud de la temática, propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea”.
Acá unos versos, entonces, para dejar perder en la memoria:


IV

Los puentes de mi conciencia
están desplegados de sus extremos
y flotan en el aire tibio
como cosas dispersas.
Unas tremendas manos vacías
sobresaltan mi soledad
haciéndola aún más inexistente
pronunciando a tientas
las sucesivas muertes de mi alma,
mi alma de jarrón.
Hoy veo sólo la espuma
sobre la que retozan
los enternecidos desechos de mi esqueleto.



¡Vivan las antípodas! El documental que recorre el mundo a través de opuestos

Esta nota fue publicada en la revista El Guardián en octubre de 2012

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"Parece una metáfora, pero es así, nomás”, le dice Abel Pérez a su hermano Orlando mientras miran con relajada impotencia la inundación. Todo a su alrededor es agua y apenas queda afuera su choza, que está enclavada en un pequeño montículo de tierra en el solitario lugar en el mundo que ocupan: Villaguay, Entre Ríos, Argentina, antípoda terrestre de la enorme y ajetreada ciudad de Shangai, en China. Exactamente del otro lado, literal, del mundo.
Las antípodas, geográficamente hablando, son los dos sitios más alejados del planeta. Si se trazara una línea imaginaria para unir ambos puntos, sería recta y atravesaría el centro de la Tierra. Las antípodas, también, pueden ser dos situaciones con estas características. Por ejemplo lo enorme y lo pequeño, lo solitario y lo superpoblado. En el caso de Villaguay y Shangai, se puede decir que son antípodas por los dos motivos. A su vez, pasa algo interesante con estos opuestos y es que en su enorme diferencia encuentran puntos de igualdad.
Los hermanos Pérez pescan en un río y del otro lado del mundo, justo de cabeza a eso, un hombre vende pescado en una feria. Entre sí, los paisanos se llaman “chinos”. Es como el hielo, tan frío que quema. En esta paradoja puntual puso el ojo el ruso Victor Kossakovsky para llevar adelante su documental ¡Vivan las antípodas! Las vitorea, sí. A través de su mirada eso encuentra sentido.
“Son pocas las antípodas que tocan tierra en ambos puntos porque el planeta es mayormente agua. Así que no fue tan difícil elegir el resto de los lugares”, cuenta la productora argentina del proyecto, Gema Juárez Allen. Fue hace casi 10 años cuando hablaron por primera vez de esta idea, durante un paseo por la calle Florida, cuando el realizador estaba acá de visita por una retrospectiva que hacían de su obra en el San Martín, en el marco del DocBsAs.
Mucho tiempo, viajes y cambios tanto personales como mundiales después, la película estaba terminada. El recorrido son las antípodas de Villaguay con Shangai, el lago Baikal en Rusia con la cordillera de los Andes en la Patagonia chilena, Big Island en Hawaii con Botswana en el sur de África y Castle Point en Nueva Zelanda con el pueblo español de Miraflores. El film, que abrió la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se estrenó en septiembre. Ahora se puede ver, durante todo octubre, en el San Martín.
“Estábamos charlando mientras paseábamos por el centro, relajadamente. Paramos en una librería. Su hijo había viajado a China y en un libro vimos que era antípoda de Argentina. Ahí nomas me dijo: ‘voy a hacer esta película y quiero que vos seas mi productora’. Me mandó eso, fue pura intuición, creo. Me agarró una alegría tremenda, pero también terror. En ese momento, 2003, yo no soñaba con ser productora y menos que menos me imaginaba que iba a terminar teniendo esta realidad”, explica Juárez Allen.
Ese fue el inicio no sólo de ¡Vivan las antípodas! sino también de Gema Films, la compañía de producción audiovisual con la que actualmente Juárez Allen lleva realizadas tres películas más y con la que tiene en marcha al menos cuatro nuevos proyectos. Así, como en las antípodas que narran, director y productora son, a su vez, opuestos complementarios.
El multipremiado director Victor Kossakovsky con la novel productora Gema Juárez Allen. Una de las antípodas de la Argentina es Rusia. Y así como los opuestos se hacen similares en la película, eso pasó con este enorme bebedor de vodka y la tímida antropóloga que soñaba con trabajar en cine. Juntos, lograron contar una travesía única alrededor del planeta con imágenes deslumbrantes y un montaje extraordinario.
¡Vivan las antípodas! recorre ocho países y es una coproducción entre Alemania, Argentina, Holanda y Chile, pero contó con un equipo de rodaje de apenas cuatro personas. Del frío extremo al calor brutal, de Norte a Sur, de desolado a superpoblado, por todo eso paseó el pequeño equipo, escueto, con más de 800 kilos de equipos. Siempre en los opuestos.
Los hermanos Pérez son los solitarios centinelas de la Balsa de San Justo, una de las últimas que quedan a tracción humana. Son la tercera generación de encargados de mantener este cruce del río Gualeguay. Cobran 25 centavos de peaje y todos los días le pelean a la naturaleza. Cada mañana reconstruyen el camino de arena que el agua devora por la noche para mantener libre el viejo puente de madera.
Ahí están estos dos personajes solitarios y arrojan sus reflexiones aisladas entre mate y mate. “Pensar que ese perro va a ver más mundo que nosotros”, dice uno cuando un viajero se lleva un cachorro que estaba dando vueltas. Poco a poco, la cámara va girando y entonces se puede ver el vértigo de las calles de Shangai, de cabeza, los autos a toda velocidad, la gente agolpada en el puerto.
Otra historia es la de la soledad en medio de la Patagonia chilena de un hombre y la de una mujer en la estepa siberiana. Ella corta leña y recibe una visita que la deja melancólica, él hornea mucho pan para nadie rodeado de una docena de gatos. En Big Island un hombre busca a su perro y el suelo fogoso de lava volcánica es igual, tiene la misma textura que el primerísimo primer plano de la piel del elefante que hace lío en la puerta de la casa de una familia en Botswana. En la playa de Nueva Zelanda un grupo de hombres intenta salvar a una ballena encallada, pero terminan siendo sus sepultureros, a metros del mar. Esa muerte parece replicarse a la inversa en Miraflores, España, donde en una roca con forma de ballena se puede ver el camino de una oruga hacia su primer vuelo como mariposa. Con toda la grandilocuencia posible, se narra la más pequeña y sutil de las historias: la de la delicadeza del mundo.

Info: Durante octubre en el Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551. Viernes 5 a las 15 hs, sábados 6 y 13 a las 21 hs, jueves 11 a las 14 hs, y sábados 20 y 17 a las 17 hs.