martes, 9 de octubre de 2012

¡Vivan las antípodas! El documental que recorre el mundo a través de opuestos

Esta nota fue publicada en la revista El Guardián en octubre de 2012

-º-

"Parece una metáfora, pero es así, nomás”, le dice Abel Pérez a su hermano Orlando mientras miran con relajada impotencia la inundación. Todo a su alrededor es agua y apenas queda afuera su choza, que está enclavada en un pequeño montículo de tierra en el solitario lugar en el mundo que ocupan: Villaguay, Entre Ríos, Argentina, antípoda terrestre de la enorme y ajetreada ciudad de Shangai, en China. Exactamente del otro lado, literal, del mundo.
Las antípodas, geográficamente hablando, son los dos sitios más alejados del planeta. Si se trazara una línea imaginaria para unir ambos puntos, sería recta y atravesaría el centro de la Tierra. Las antípodas, también, pueden ser dos situaciones con estas características. Por ejemplo lo enorme y lo pequeño, lo solitario y lo superpoblado. En el caso de Villaguay y Shangai, se puede decir que son antípodas por los dos motivos. A su vez, pasa algo interesante con estos opuestos y es que en su enorme diferencia encuentran puntos de igualdad.
Los hermanos Pérez pescan en un río y del otro lado del mundo, justo de cabeza a eso, un hombre vende pescado en una feria. Entre sí, los paisanos se llaman “chinos”. Es como el hielo, tan frío que quema. En esta paradoja puntual puso el ojo el ruso Victor Kossakovsky para llevar adelante su documental ¡Vivan las antípodas! Las vitorea, sí. A través de su mirada eso encuentra sentido.
“Son pocas las antípodas que tocan tierra en ambos puntos porque el planeta es mayormente agua. Así que no fue tan difícil elegir el resto de los lugares”, cuenta la productora argentina del proyecto, Gema Juárez Allen. Fue hace casi 10 años cuando hablaron por primera vez de esta idea, durante un paseo por la calle Florida, cuando el realizador estaba acá de visita por una retrospectiva que hacían de su obra en el San Martín, en el marco del DocBsAs.
Mucho tiempo, viajes y cambios tanto personales como mundiales después, la película estaba terminada. El recorrido son las antípodas de Villaguay con Shangai, el lago Baikal en Rusia con la cordillera de los Andes en la Patagonia chilena, Big Island en Hawaii con Botswana en el sur de África y Castle Point en Nueva Zelanda con el pueblo español de Miraflores. El film, que abrió la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, se estrenó en septiembre. Ahora se puede ver, durante todo octubre, en el San Martín.
“Estábamos charlando mientras paseábamos por el centro, relajadamente. Paramos en una librería. Su hijo había viajado a China y en un libro vimos que era antípoda de Argentina. Ahí nomas me dijo: ‘voy a hacer esta película y quiero que vos seas mi productora’. Me mandó eso, fue pura intuición, creo. Me agarró una alegría tremenda, pero también terror. En ese momento, 2003, yo no soñaba con ser productora y menos que menos me imaginaba que iba a terminar teniendo esta realidad”, explica Juárez Allen.
Ese fue el inicio no sólo de ¡Vivan las antípodas! sino también de Gema Films, la compañía de producción audiovisual con la que actualmente Juárez Allen lleva realizadas tres películas más y con la que tiene en marcha al menos cuatro nuevos proyectos. Así, como en las antípodas que narran, director y productora son, a su vez, opuestos complementarios.
El multipremiado director Victor Kossakovsky con la novel productora Gema Juárez Allen. Una de las antípodas de la Argentina es Rusia. Y así como los opuestos se hacen similares en la película, eso pasó con este enorme bebedor de vodka y la tímida antropóloga que soñaba con trabajar en cine. Juntos, lograron contar una travesía única alrededor del planeta con imágenes deslumbrantes y un montaje extraordinario.
¡Vivan las antípodas! recorre ocho países y es una coproducción entre Alemania, Argentina, Holanda y Chile, pero contó con un equipo de rodaje de apenas cuatro personas. Del frío extremo al calor brutal, de Norte a Sur, de desolado a superpoblado, por todo eso paseó el pequeño equipo, escueto, con más de 800 kilos de equipos. Siempre en los opuestos.
Los hermanos Pérez son los solitarios centinelas de la Balsa de San Justo, una de las últimas que quedan a tracción humana. Son la tercera generación de encargados de mantener este cruce del río Gualeguay. Cobran 25 centavos de peaje y todos los días le pelean a la naturaleza. Cada mañana reconstruyen el camino de arena que el agua devora por la noche para mantener libre el viejo puente de madera.
Ahí están estos dos personajes solitarios y arrojan sus reflexiones aisladas entre mate y mate. “Pensar que ese perro va a ver más mundo que nosotros”, dice uno cuando un viajero se lleva un cachorro que estaba dando vueltas. Poco a poco, la cámara va girando y entonces se puede ver el vértigo de las calles de Shangai, de cabeza, los autos a toda velocidad, la gente agolpada en el puerto.
Otra historia es la de la soledad en medio de la Patagonia chilena de un hombre y la de una mujer en la estepa siberiana. Ella corta leña y recibe una visita que la deja melancólica, él hornea mucho pan para nadie rodeado de una docena de gatos. En Big Island un hombre busca a su perro y el suelo fogoso de lava volcánica es igual, tiene la misma textura que el primerísimo primer plano de la piel del elefante que hace lío en la puerta de la casa de una familia en Botswana. En la playa de Nueva Zelanda un grupo de hombres intenta salvar a una ballena encallada, pero terminan siendo sus sepultureros, a metros del mar. Esa muerte parece replicarse a la inversa en Miraflores, España, donde en una roca con forma de ballena se puede ver el camino de una oruga hacia su primer vuelo como mariposa. Con toda la grandilocuencia posible, se narra la más pequeña y sutil de las historias: la de la delicadeza del mundo.

Info: Durante octubre en el Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551. Viernes 5 a las 15 hs, sábados 6 y 13 a las 21 hs, jueves 11 a las 14 hs, y sábados 20 y 17 a las 17 hs.



No hay comentarios: