viernes, 9 de octubre de 2009

Algunos momentos capturados por la lente de Retoño











C.C Pachamana, jueves 8 de octubre de 2009-

Mechi escribió algo hermoso sobre el libro y jura no tiene que ver con el amor y la amistad que nos unen

por Mercedes Halfon.

Al pez de este libro se le ven las espinas. Ese es el problema: no es un pez, no está vivo, pincha, salta pero es un cadáver. Estas cosas están en el libro. Se cuenta la historia de un amor, pero desde el fracaso. Contradicciones, tensiones temáticas y formales. Terminología net, imaginario posmoderno y blogger que se imprime en la factura artesanal de la Funesiana, donde la hoja con mini serrucho es posible y la ideología es la de la hechura por mano propia.

Historia de una chica que se enamoró de un pez es el primer libro escrito –íntegramente– por una mujer que edita la Funesiana. La pregunta de por qué habría que hacérsela a Funes, pero lo que se puede decir es que el libro de Danixa comparte con el resto del catalogo la potencia de las palabras: como Grounge, como San Francisco/Cordoba, como Escolástica peronista ilustrada (por citar algunos ejemplos), es un libro duro, de tapas y contenido; se puede confiar en su efectividad de principio a fin.

Hay Chic Lit. Lo digo en un sentido positivo aunque el término ahora sea una moda, y sea una moda también desconfiar de las modas, es Chic Lit como Damian Ríos escribe poemas Boy Lit. La autora narra en primera persona la peripecia de un amor hacia un pez (chico), el recorte temático es bien definido, y a la vez tan universal como cualquier otra historia. El amor desde el punto de vista femenino como en Jane Austen, como en Emily Bronte, como en Lorrie Moore.

Aquí los dibujos de Paulita Mariasch ocupan un lugar fundamental: el collar al que se le pierde una cuenta, que se rompe, es una imagen que sintetiza el fracaso sentimental, la tristeza de la pérdida, del quiebre, del detalle mínimo (sólo una cuenta) que puede destruirlo todo. Nada más triste que ver un collar que nos gusta mucho rompiéndose y las cuentas resbalando por el suelo, debajo de las sillas, de la cama, quedando para siempre escondidas en frentes inexpugnables.

En los dibujos, en las palabras, hay una búsqueda permanente de la síntesis: ese es el lugar donde el espíritu twitter se une con el conteo de sílabas del haiku. En esa búsqueda de la síntesis es dónde el libro logra su mayor efectividad, a veces desde el humor (“Lo del rescate en el caballo blanco: nunca pasó”), a veces desde cierto patetismo (“Sueño momentos preciosos y te cicatrizo/ cada/ mañana”).

Pero lo de Historia es un poco falso, porque además de las alteraciones cronológicas – empieza diciendo que “lloraría”, pero sigue diciendo que “fue WOW” – se suman otros elementos disruptivos. La sorpresiva aparición de Venecia, un trago que se pierde, reflexiones de la autora que diluyen los límites del relato, lo vuelven algo más abstracto.

Este es un libro fechado, contemporáneo, actual. Aquí reside su especificidad y su virtud. En los huecos de la historia, todo lo que Danixa no dice, estamos nosotros, nuestros lugares comunes –“tu verde silencio es tan on line<-no clickear”, dice en un momento– nuestras pertenencias.

Y no hay nada que indique que lo fechado es algo menor. No se sabe a ciencia cierta cuál es la virtud de escribir algo que dure mil años, –en ese momento sin duda vamos a estar todos muertos– lo que sí podemos pensar virtuoso es escribir algo que logre conmover. Eso hace Historia de una chica que se enamoró de un pez, conmueve, y al mismo tiempo que lo hace, combate prejuicios súper extendidos en el campo de lo artístico: contra lo fechado, contra lo femenino, en síntesis, contra lo menor. Ahí, en esos territorios pantanosos y discutidos, Danixa se para y hace un libro de poemas-reloj, una novela en miniatura, una historia que es la de todos y la suya, la de su libro, un retrato generacional que habla sobre las bellezas de cenar, coger y usar wi-fi, y que dice que uno podría llorar pero no lo hace, porque es mejor seguir escribiendo versos en cuadernitos, que pueden perderse o durar tanto como los del japonés Matsuo Basho que son del XVII y nos siguen pegando.

Flyers muy divinos que Retoño y sus amiguitos repartieron por ahí



Realizados por Paula Mariash.-

tres versiones





Diseñados por Funes, con ilustraciones de Paula Mariash.-