Cuando pienso en mis vidas posibles, una es la de crecer en
la playa, ser de piel salada y tener un perro amigo con el pelo hecho rastas.
El agua da sensación de bienestar y los que pasan sus días cerca del mar suelen
saber encontrar la calma, aunque alrededor suceda algo grave y territorial que
inunda todo con violencia.
De Israel tengo una foto mental adolescente, con kibutz, campos
de naranjas y playas. Este pequeño país nuevo y viejo, fanático y a la vez
soñado, está bendecido con tres mares: el Mediterráneo, el Muerto y el Rojo.
Sin embargo es, por su trágica historia, un lugar sin mística previa. No es
cool que la gente se mate en una franja y aunque quede lejos y sea raro, no resulta
exótico lo indigno y lo resbaladizo.
Creo que los destinos son como paredes empapeladas. Si
levantás la capa decadente que lo cubre todo aparece lo que hay abajo. Primera
vista de asesinatos, muertes absurdas, prejuicios, injusticias y te va a costar
rascar todo eso con las uñas. Quizás hasta te sangren los dedos.
Un pibe dijo que vio a una chica en bikini con una escopeta
cruzada en la espalda siendo hermosa y peligrosa en un parador, otros
aseguraron hace poco que cayó un objeto volador no identificado cerca del mar y
en los diarios publicaron que sobre las blancas arenas de las playas de Tel
Aviv se encontraron tres pequeños barriles bomba con entre 15 y 20 kilos de
explosivos cada uno. Es todo igual de inverosímil, pero salvo lo de los extraterrestres,
el resto es verdad. Lo peor te rodea todo el tiempo.
Yo levanto el tapizado de guerra porque abajo está el sol de Israel, una
tierra dulce y prometida de miel hecha de gente y no de gobiernos. Además busco
debajo porque sé decir mariposas en
hebreo, parparim (פרפרים),
y siempre pensé que esa palabra simula un parpadeo de alas. Es una vida posible,
yo en Tel Aviv, la ciudad playera con misiles teledirigidos como barriletes en
el horizonte mientras abajo hay personas reales. Podría haber crecido allá, en
lo incierto, sobre un suelo que se hace cielo porque ahí cerca está el mar. *Esta nota fue publicada en la revista Brando. Agosto 2012. Es un texto inspirado en una selección de fotos de las playas de Tel Aviv.
-º-
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